(Warhammer) La Marca Del Caos by Anthony Reynolds

(Warhammer) La Marca Del Caos by Anthony Reynolds

autor:Anthony Reynolds
La lengua: es
Format: mobi, epub
Tags: sf_fantasy
ISBN: 9788448035594
editor: Timun Mas
publicado: 2011-06-16T22:00:00+00:00


CAPÍTULO 20

Stefan von Kessel se tambaleó a causa del inesperado golpe.

Se llevó una mano a la mandíbula y posó la mirada en los furiosos ojos del mariscal del Reik. Abrió y cerró la boca, y sintió que la mandíbula le crujía de modo alarmante.

—Buen golpe —murmuró.

—Tenéis suerte de que sea lo único que haya hecho. Sois un condenado estúpido, Von Kessel. No puedo creer que hayáis desobedecido mi orden. —Stefan iba a decir algo, pero el encolerizado caballero lo hizo callar—. ¡Mi palabra es la palabra del Emperador, maldición! ¿Desobedeceríais una orden directa del emperador Magnus? ¡Responded!

—Señor, pensé que éstas eran... circunstancias extremas.

—No tenéis ni idea de lo que habéis hecho, ¿verdad?

—¡Señor, Gruber es un traidor! ¿Cómo podía dejar pasar eso? ¡Un conde elector, uno de los doce hombres que gozan de más confianza en el Imperio, y nos ha traicionado!

—Sí, eso decís vos. Por una simple carta, habéis marchado durante dos semanas con vuestro ejército a través del Imperio, y habéis desobedecido una orden directa.

—Pero, señor..., temo que el futuro de Ostermark esté...

—¡Me importa un comino el futuro de Ostermark! —se encolerizó el mariscal del Reik, interrumpiendo al capitán—. Lo único que me importa algo es el Imperio en su totalidad. ¿De qué le servirá a Ostermark que el Imperio se desmorone a su alrededor?

—¡Hice lo que pensé que era mejor para el Imperio!

—No, no pensasteis ni lo más mínimo, condenación. Vuestra capacidad de juicio se vio nublada por vuestra cólera, Von Kessel. ¡Lo único en lo que estáis pensando es en vuestro condenado abuelo y en ese gordo miserable de Gruber! ¡No sólo desobedecisteis mi orden! ¡Pensaba que al menos podríais haber tenido la sensatez de defender el terreno que se suponía que debía defender Gruber! Pero no, habéis atravesado como un insensato el maldito Imperio y habéis dejado Ostland sin defensas. Si las fuerzas del Caos regresan y avanzan a través de Ostland, no habrá nadie para defender el territorio; podrían marchar directamente a través de Talabheim y el corazón del Imperio.

—¿Talabheim? Esa gran ciudad nunca ha caído.

—No, no ha caído, pero en Talabheim apenas hay hombres suficientes para defender las murallas interiores, y mucho menos las enormes murallas exteriores, estúpido —dijo el mariscal del Reik—. Si las fuerzas del Caos marchan sobre Ostland, será culpa vuestra, Von Kessel. —El hombre de más edad suspiró con cansancio—. Si tenéis razón, el Imperio corre un verdadero peligro procedente del interior. ¡Maldición!

—Trenkenhoff guardó silencio por un momento, con la frente fruncida de preocupación.

—¡Maldición! —repitió—. Bien, os daré tres días. Averiguad la verdad en ese tiempo, y actuaremos de acuerdo con ella. De no lograrlo, llevaréis vuestro ejército de vuelta a Ostland, y rezo para que no lleguéis demasiado tarde.

Von Kessel continuaba teniendo una expresión desafiante en los ojos, y las mejillas enrojecidas.

—¿Le han llegado a Gruber vuestros mensajes, señor? ¿Los mensajes en los que le decís que detenga la retirada hacia el este?

—Maldita sea si lo sé. No he obtenido ninguna respuesta suya. Mis batidores no han regresado aún, y el perro cobarde continúa huyendo.



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